lunes, 2 de mayo de 2011
Ayer estuve hablando con una amiga ed bastantes cosas, pero sólo me interesa aquí comentar una, quiero escribir un poco, no un libro entero. Esa "cosa" es Madrid, una ciudad que cuanto más conoces, más te gusta. No cuando la conoces en plan turista, que seguramente sea una ciudad sosa, con edificios bonitos pero ya, con algún que otro museo muy importante como el del Prado, con un estadio de fútbol muy visitado y otro un poquito menos.

El Madrid más bonito es el de mezclarte con la gente, aunque eso lleve impuesto entrar el ajetreo, esa forma de hablar tan particular: los más castizos, con un acento un poco más chulesco (nada peyorativo, eh), los provenientes y descendientes del éxodo rural, principalmente castellano, con nuestro acento que lleva por bandera el "ejque", además de nuestras burradas gramaticales que tanto daño hacen en los oídos de los españoles que viven más cerca del mar. Pero bueno, podríamos unir ambos bajo la frase "ejque la dije que fuese a Plaza España". El Madrid (aunque aquí digamos Madriz) de los domingos por la mañana en el Rastro, el de uno de los primeros días de primavera que asoma el sol con los parques repletos de niños, el de una tarde de invierno a las 8 de la tarde en Plaza España viendo cómo sube la Gran Vía, iluminada a partes iguales por los escaparates y farolas y por los coches, el Madrid universitario con gente de casi toda España al principio y de media Europa según vas avanzando.

El Madrid de barrio, tu sitio de pequeño, tu lugar de toda la vida donde el ajetreo es igual pero menos denso. El Madrid de río y estanques verdes, que no es nada sano pero que es distintivo, la capacidad que tienen los peces de sobrevivir en esas condiciones; incluso el de las obras que hacen de esta ciudad una carrera de obstáculos, zanjas, vallas y túneles, que le da color azul, amarillo o marrón, según sean las vallas o la tierra. El Madrid semivacío, en agosto, cuando el otro medio está en Torrevieja o Gandía, las playas de Madrid, y puedes pasearte por el centro con un calor pegajoso o tirarte en un parque a la sombra a simplemente no hacer nada, y con un poco de suerte puedes ver el skyline que dicen los anglosajones, con las cuatro lanzas recién nacidas y con las Torres Kio uniéndose y apuntando hacia el cielo.

Pero sin duda el Madrid más emocionante, para los que somos de aquí, lo encontramos cuando no estamos en Madrid, es una especia de nostalgia hacia nuestros adentros, cuando te das cuenta que te falta ese espíritu, esa sensación que sólo Madrid te ofrece. Y es cuando más te gusta Madrid.

Para los que somos así, esto nos pone la piel de gallina, estemos en Madrid o estemos, yo que sé, por ejemplo en La Laguna viendo correr el agua en una especie de estanquecillo.

Corre la fría noche buscando el calor del día
y el silencio se desmonta en un momento.
Advierten negras nubes que el sol hoy no madrugue
y puede que la lluvia esté presente.
Se despierta la gente, su ajetreo y su rutina
y a la vuelta de la esquina, amanece.
Saluda la mañana y las calles se acicalan y el trasiego de la vida nos ofrecen
avenidas invadidas por motores con sus ruidos, sus olores y adelantos.
Otro atasco, otro percance, otro borde, otra obra y otro ¿dónde coño aparco?

Abandonan sus barrios los hijos del salario a montar el escenario de a diario.
Se cuajan las aceras, se desgastan y se operan y abren mil trincheras entre andamios.
Y crece el reino del acero y el cemento y el asfalto brota rápido en el campo.
Otro árbol derribao' por el progreso junto a un nido de chabolas de extrarradio.
Y vallas de publicidad que siempre nos venden algo
y otro centro comercial pa dar abasto.
Basura para aburrir, producto del gasterío y en el río, tos' los peces llevan casco.

Y pare Madrid un montón de sueños para no dormir,
y empieza a rugir el movimiento.
Que ir y venir hay en su piel y en sus adentros, vivir y morir al mismo tiempo.
Y comercio y oficinas y mil putas sin esquinas y la ronda habitual de los maderos.
Turistas, pa los artistas del timo y el trapicheo
y, en el barrio de Lavapies caben las culturas del mundo entero.

Y pare Madrid un montón de sueños para no dormir,
sueños p'al de aquí y p'al extranjero.
Y pare Madrid riqueza, pobreza y todo un sinfín de aventuras y aventureros.

Y pare Madrid un montón de sueños para no dormir
y, sin descanso, corre el dinero.
Y pare Madrid montones de retos que digerir.
Vivir y morir al mismo tiempo.
Y pare Madrid mientras tose el cielo.
Y pare Madrid y ahora silba el viento.
Y pare Madrid.


2 comentarios:

Sheena Rogers dijo...

Esta vez me has dejado sin casi nada que decir. Un textito pequeño que rebosa cualidades, que dice verdades (de las bonitas) sin necesidad de adornos. Y cuánta razón tiene. Para mí, es una de las mejores sensaciones del mundo. Y cómo echaba de menos Madrid cuando estaba en Londres...

Necrima dijo...

Que grande tu entrada... Me siento así cuando no estoy aqui, es verdad ^^
Sobretodo cuando vas por una de las autovias, llegando casi casi a Madrid y la ves entera mientras piensas: ¡Joe, cuanto la he echado de menos!

Si ejque no hay nada como Madriz!!! :D

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