viernes, 11 de febrero de 2011

Creo que hoy lo mejor que podía enlazar título y texto era la frase escrita ahí arriba, pero bueno, más adelante comprobaréis la razón.

El caso, empecemos hablando de cosas supuestamente imposibles: por ejemplo, que exista una palabra en castellano que se pueda decir pero que no se pueda escribir. Lógicamente, no puedo escribir aquí cuál es la palabra en cuestión, puesto que si lo hiciese entraríamos en conflicto con un principio lógico fundamental, el de no contradicción.

Por otro lado, y siguiendo con las cosas a priori imposibles, podríamos hablar de conocer el futuro. El futuro, en abstracto, es un conjunto continuo, es decir, es infinito y tiene infinitos puntos, podríamos decir que no es tangible. En todo caso, podemos relacionar al futuro, e incluso según el sistema de referencia que tomemos, también al pasado, con dos conceptos totalmente abstractos asociados al tiempo. Nunca y siempre, que axiomáticamente son antagónicos entre sí. Podríamos decir ahora que no podemos conocer la veracidad de un enunciado en el que aparezca la palabra siempre o la palabra nunca, en tanto que se refieren a eventos futuros y desconocemos el modo de saber, con exactitud, los eventos futuros. En caso de conocer con exactitud los eventos futuros, entraríamos en contradicción.

Bueno, pensaréis vosotros: el agua, a una determinada presión, se evapora a 100ºC, aquí y en la China Popular. Cierto es. Entonces me remito a una palabra escrita antes: "supuestamente". Entonces podemos hablar de dos tipos de excepciones: hechos empíricos que se producen siempre, y hechos estadísticos. Mediante la ciencia matemática de la estadística, podemos optimizar el porcentaje de posibilidades de aparición de un hecho, provocando que, en buena medida, podamos adelantarnos al futuro. Obviamente, la estadística no es una ciencia de adivinación exacta, sino de aproximación. Ahora bien, podríamos hablar de los hechos ciertos y empíricos como hechos con una probabilidad de suceso tendente al 100%.

Como ya asimilé y escribí en una ocasión, en momentos de locura o éxtasis, donde la razón se ve sumergida a un segundo plano, podemos entrar en incoherencias de las que en estos tiempos contemporáneos serían susceptibles de llamarse "incoherencias políticas". Palabras vacías. O llenas. Hablamos del conjunto vacío y de un conjunto continuo, ni acotado ni cerrado. Del todo y de la nada, que si lo extrapolamos al tiempo, tenemos los conceptos anteriormente nombrados: siempre y nunca. Y he saltado de estas incoherencias a las palabras, sin un nexo de unión porque en mi cabeza sí lo hay y procederé ahora mismo a intentar darlo a entender: uno, en ese estado de locura o éxtasis, promete cosas a futuro, normalmente a largo plazo, en las que se ven incluidos los conceptos de nunca y siempre, dependiendo del contexto, ya sea positivo o negativo.

Con ese siempre y con ese nunca entramos en contradicción puesto que tratamos de acotar, cerrar, e incluso conseguir que ese intervalo, llamado futuro, podamos cuantificarlo en un número finito de puntos, de sucesos. Esa incoherencia puede estar destinada a buscar, así, en abstracto, la felicidad, sentada a base de promesas futuras en las que toman parte el siempre y el nunca. Quizá con esas promesas de futuro, repito imposible de predecir certeramente en cuanto que no es un hecho empírico y que depende de variables posteriores al momento de su estudio, en el mejor de los casos, semi-estadístico o estadístico-volitivo, busquemos estabilizar lo inestable.

En mi caso, no sé si lo que necesito es una estabilidad inestable o una inestabilidad estable, que son conceptos diferentes aunque a primera vista no lo parezcan. Lo único que sí que sé es que algo de estabilidad necesito, pero más que estabilidad necesito una calma, finita pero constante y duradera, si bien es cierto que la búsqueda trae consigo parte de la noción de futuro, y el futuro es impredecible en la mayoría de áreas, como es este. Cíclico en buena parte, pero impredecible. Como esa calma tiene dos componentes que la hacen lógicamente útopica: el concepto intrínseco de futuro, y la mayor e inmensa dificultad de encontrar una estabilidad estable, podríamos decir lo que reza el título, parafraseando a cierto rapero español: Busco una calma inalcanzable.

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