sábado, 15 de enero de 2011
Buenas noches. He de decir que vengo sólo porque me apetece escribir algo, lo que pasa es que tengo un problema muy serio respecto a ello: no sé qué escribir. Sí, es algo raro, acabo de leer mi última actualización en mi fotolog, y parece que ha triunfado, lo cual me anima a escribir. Además, acabo de ver una parte de un biólogo* de Les Luthiers, y eso me ha animado para que escriba algo, y si puede ser, cómico.

[* Ellos mismos explican que si un monólogo es cuando habla uno, si pasan a ser dos los conferenciantes se convierte en un biólogo]

Creo que voy a tomar como idea para hallar algo de lo que pueda escribir con un mínimo de talento y gracia la criba de las ideas que no puedan cumplir tal fin. Digamos que seguiré el método que se sigue para demostrar la no existencia de una propiedad en todo el campo de las Matemáticas, aunque esto sólo comparte con las Matemáticas el hecho de que aparezcan letras, como la x, la y, la e o la i (no confundir con la EOI, Escuela Oficial de Idiomas, por favor). Bueno, que me voy por los cerros de Úbeda y no debería en estos instantes, no por nada, sino porque no he estado nunca en Úbeda, no conozco sus cerros y a estas horas es noche cerrada.

Disculpad a mi cabeza, que parece que ahora se quiere pasar de graciosa pero sólo con chistes fáciles.

Ahora bien, podría hablar de un par de cositas que tengo en mente, pero no lo haré porque si lo desvelo deja de ser sorpresa y no me apetece; además, así tengo a Marta, que es la unica que deja constancia de que me lee, con un poco de atención a este blog. Podría narraros como es un día mío en cualquier sitio, pero tampoco, porque no quiero aburriros, y sobre todo, dejaros entrever que vuestra vida es mejor que la mía. Que sí, que quiero escribir algo gracioso, pero para que os riáis conmigo y no de mí, o al menos no ponerlo fácil.

¡Vale, ya sé, bombilla encendida! Hablaré sobre el teclado. El teclado, no el instrumento musical. El teclado, tampoco, el de la cocina de después de comer. Vamos a hablar sobre el teclado, por ejemplo, este que yo estoy utilizando. Que me trae de cabeza. A ver, que alguien me explique: ¿por qué juntan las letras que dan problemas? ¿Es que nadie se paró a pensar que no se deben juntar la b y la v ni por azar? Y tres cuartos, o cuarto y mitad, de lo mismo con la n y la m. Vale, sí, estas no deberían dar problemas, pero si tecleas sin mirar y se te va un pelín la mano, podríamos decir que ahora mismo, 15 de enero, estamos en "imbierno" o "imbiermo". O lo mismo con el vino, pero no el vino de kalimotxo, véase Gran Duque, Don Simón o Cumbres de Gredos. Yo me refiero al vino que viene rodeado de cristal, es decir "envotellado" o "embotellado", dependiendo de si nos la lía o no nos la lía el teclado. Tampoco entiendo la manía de dejar cerquita la g de la j, separadas solo por nuestra letra muda, la h. Si ya de por sí hay gente que duda si regar los "geranios" o los "jeranios", si le juntas las letras, peor aun. O mejor, porque, oye, siempre tienes excusa. O desde luego, yo siempre la tengo, sea para lo que sea, aunque eso no nos incumbe en la noche de hoy.

Sin embargo me dejo lo peor para el final. La línea de arriba, de las tres de letras, aquella que le da nombre a este teclado, QWERTY. Eso sí, en Alemania y en Francia se lo pasan por... por Alsacia y Lorena, que siempre han dado mucho por culo a estos dos países. Unos con el QWERTZ y otros con el AZERTY. He usado el AZERTY, el más extendido en habla francófona, y al final uno se hace a él, porque la m y la n las separa y evita problemas. Pero hasta que se hace a él... ¡ay señor!

Bueno, lo que decía, la fila de arriba. Juntas están dos de las tres letras que menos se usan en castellano, la q y la w, y no muy lejos de ellas están la r y la t. Ahora diréis... "vale, lo de la fila de abajo, o incluso lo de la g y la j tenía sentido, pero... ¿la r y la t? ¿Es que acaso suenan parecidas y pueden confundir al personal?" Ya os lo digo yo, no es por eso. Es por otro motivo, el cual dejaré deducir a partir de un ejemplo: "Elefteria es una chica muy pura". ¿Qué pasa si nos equivocamos? Pues que, ni más ni menos, acabamos de posicionar a la susodicha Elefteria (si no me falla la cabeza, "libertad" en la lengua de Euclides y Sófocles) en una esquina. Y seguramente esta chica no se lo merezca. Sin embargo, otras veces este fallo no acarrea ningún problema, lo único que puede hacer es suavizar el lenguaje, puesto que ganar de pura potra es similar a ganar de puta potra.

Y ya por último, para cerrar, el colofón final, aun con esa fila de arriba. La palabra "pero". Quien me haya visto escribir rápido, sabe que únicamente soy capaz de escribir "pero" cuando quiero decir cualquier cosa distinta a esa. ¿Por qué? Porque son adyacentes tanto la p de la o como la e de la r. Esto, además, quiere decir que funcionan en dos grupos, el de la izquierda (e-r) y el de la derecha (o-p), y primero se coge una letra de cada grupo y después se repite la operación. Muy bien, el problema está en que yo sigo ese funcionamiento, pero la elección de las letras es aleatoria, por lo que en mi repertorio encontramos palabras sustitutas de "pero" como lo son "peor" "preo" o "epro". La primera puede llevar a error en el mensaje, las segunda y tercera sólo pueden hacer caer al otro interlocutor en un "¿pero qué diantres? me está hablando en arameo cerrado y yo no tengo ni 'papa'". Y desde luego, yo tampoco sé arameo, como para hablar un idiolecto especial.

Por eso, señores constructores de teclados y señores diseñadores de sistemas operativos en castellano, desde este humilde asiento, al lado de mi calefactor, pido que universalicen un telcado que no de tantos problemas a la hora de escribir en la lengua de Cervantes, y quien sabe, a lo mejor se reduciría el número de personas que en foros, blogs y/o otros sitios webs descuartizan (lo de pegar patadas se quedó suave ya hace tiempo) al diccionario. Seguramente no, pero oye, por intentarlo que no quede.

Dicho esto, creo que ya he escrito una buena parrafada, y si has llegado hasta aquí leyendo, felicidades, porque yo me hubiese cansado en las primeras líneas. Así que, sin más, nos leemos dentro de poco tiempo, espero.
viernes, 7 de enero de 2011
A veces, cuando uno habla, dice cosas que no debería decir, que solo invitan a una confrontación violenta, aunque sea únicamente en el aspecto dialéctico, y es ahí cuando prevalece una frase que dice algo así como "habla sólo cuando tus palabras sean más valiosas que el silencio". Otras veces, es mejor callar, poner una sonrisa falsa y asentir cuando habla tu interlocutor, debido a factores de distinta índole como puede ser un muro dialéctico entre ambos, véase que ninguno esta por la labor de escuchar al otro, o por evitar problemas, donde el que habla puede adoptar una opción coercitiva sobre el otro contertulio, más desprotegido.

Sin embargo, hay veces que uno se calla simplemente porque no puede mejorar lo dicho por otra persona. En esos casos, lo mejor que uno puede hacer es quitarse el sombrero, felicitar a esa persona y, cuando uno es preguntado por su opinión acerca de ese tema, remitirse a las palabras del anterior genio. Esta vez se trata de este último caso, merece la pena que cite este texto sacado de la web del diario deportivo AS. Comento por encima: un redactor de este periódico, de tintes madridistas, haciendo una crónica post-partido del Athletic Club de Bilbao - Fútbol Club Barcelona, empate a 1 y clasificación del equipo de la Ciudad Condal para la próxima ronda de la Copa del Rey. Para los que nos gusta el buen fútbol y un buen periodismo deportivo, aquí dejo la crónica:


Athletic - Bacrelona | La contracrónica

El fútbol nació para ser así

Un empate heroico. Barça y Athletic demostraron que el fútbol es mucho más que una especulación, es el resultado de un entusiasmo. Como me escribió mi amigo Tomás Ondarra, atlético, "hemos perdido sin perder". Ganaron los dos.

Juan Cruz | 06/01/2011

El mejor fútbol. La expectación estaba justificada, y los futbolistas le hicieron a San Mamés el honor que se merece este estadio. El fútbol nació para que se disputaran partidos como este. Hubo un empate inicial muy prolongado, pero eso no le restó al enfrentamiento la belleza que se le exige a un encuentro así. No jugaban dos equipos tan solo, jugaban dos historias. Y esas historias enorgullecen a los que respetamos este deporte como una metáfora del alma humana. El empate da la victoria al Barça. Pero el partido lo ganaron los dos. Verles jugar es entender por qué uno una vez decidió que fútbol se escribe con este abecedario: A de Athletic, B de Barça.

Silbidos y ovación. San Mamés es el fútbol. Anoche fue un monumento. Lástima que ese espectador que siempre sobra tirara una moneda a la cabeza de Abidal. Y lástima que un grupo de esos espectadores que aún no entienden que el contrario es tan sólo el que juega con el local silben aún al maestro Andrés Iniesta. No es bueno que en aficiones como esta anide tanto tiempo el odio por un viejo incidente. Pero los aplausos a Xavi lavaron la falta. Dicho sea en honor de San Mamés, esa ovación a Xavi honra a esa grada.

La barba de Messi. El argentino fue con barba a San Mamés. Un respeto. El que merece Messi y el que merece el estadio. El argentino usó el diapasón con su maestría acostumbrada, que se basa en la constancia de que el contrario ya le conoce mucho. Entonces hace uso de la picardía. Ahí es otra vez el muchacho del potrero. Apasionado con el oficio, jamás se olvida que esto es un juego. Y se divierte hasta cuando se enfada. Anoche se le subieron a las barbas. Nunca se rindió. Nadie se rindió anoche. Ni Villa, que estuvo tan desacertado que hasta él mismo se extrañó de tanto fracaso.

El secreto de Caparrós. El entrenador andaluz sabe jugarle al Barça, lo ha demostrado. Su moneda es táctica; uno a uno, los barcelonistas son casi todos mejores; el Athletic no tiene a Busquets, que es un fenómeno, pero sabe cómo interrumpir ese torrente de juego que sale de sus botas. No tiene a Pedro tampoco, pero sabe cómo secarlo. Y no tiene a Villa, pero lo deslumbra con los faros de Iraizoz, que es un portero bien puesto. Esa capacidad de control es la pesadilla de Guardiola. Y el artífice es Caparrós, un zorro adecuado para poner nervioso a Pep. Cuando marcó Llorente, a Pep se le puso la garganta seca. Era la mano de Caparrós, que dibujó un partido sabio.

Fidelidad al estilo. Ninguno de los dos se dejó llevar por la fiereza del instante; mantuvieron siempre, los dos, el estilo que marca su tradición. Cuando el Athletic empató se pusieron en juego los nervios. Y ganaron los estilos. Venció el fútbol. El resultado propone un ganador, pero el sabor que deja el partido es más importante que el 1-1. Lo recordaremos como los noventa minutos de un fútbol extraordinario que Abidal deja en la historia como el encuentro en el que al fin marca un gol, el segundo de su vida.



Aquí dejo el enlace con la crónica: http://www.as.com/futbol/articulo/futbol-nacio-ser/20110106dasdaiftb_41/Tes

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