viernes, 7 de enero de 2011
A veces, cuando uno habla, dice cosas que no debería decir, que solo invitan a una confrontación violenta, aunque sea únicamente en el aspecto dialéctico, y es ahí cuando prevalece una frase que dice algo así como "habla sólo cuando tus palabras sean más valiosas que el silencio". Otras veces, es mejor callar, poner una sonrisa falsa y asentir cuando habla tu interlocutor, debido a factores de distinta índole como puede ser un muro dialéctico entre ambos, véase que ninguno esta por la labor de escuchar al otro, o por evitar problemas, donde el que habla puede adoptar una opción coercitiva sobre el otro contertulio, más desprotegido.

Sin embargo, hay veces que uno se calla simplemente porque no puede mejorar lo dicho por otra persona. En esos casos, lo mejor que uno puede hacer es quitarse el sombrero, felicitar a esa persona y, cuando uno es preguntado por su opinión acerca de ese tema, remitirse a las palabras del anterior genio. Esta vez se trata de este último caso, merece la pena que cite este texto sacado de la web del diario deportivo AS. Comento por encima: un redactor de este periódico, de tintes madridistas, haciendo una crónica post-partido del Athletic Club de Bilbao - Fútbol Club Barcelona, empate a 1 y clasificación del equipo de la Ciudad Condal para la próxima ronda de la Copa del Rey. Para los que nos gusta el buen fútbol y un buen periodismo deportivo, aquí dejo la crónica:


Athletic - Bacrelona | La contracrónica

El fútbol nació para ser así

Un empate heroico. Barça y Athletic demostraron que el fútbol es mucho más que una especulación, es el resultado de un entusiasmo. Como me escribió mi amigo Tomás Ondarra, atlético, "hemos perdido sin perder". Ganaron los dos.

Juan Cruz | 06/01/2011

El mejor fútbol. La expectación estaba justificada, y los futbolistas le hicieron a San Mamés el honor que se merece este estadio. El fútbol nació para que se disputaran partidos como este. Hubo un empate inicial muy prolongado, pero eso no le restó al enfrentamiento la belleza que se le exige a un encuentro así. No jugaban dos equipos tan solo, jugaban dos historias. Y esas historias enorgullecen a los que respetamos este deporte como una metáfora del alma humana. El empate da la victoria al Barça. Pero el partido lo ganaron los dos. Verles jugar es entender por qué uno una vez decidió que fútbol se escribe con este abecedario: A de Athletic, B de Barça.

Silbidos y ovación. San Mamés es el fútbol. Anoche fue un monumento. Lástima que ese espectador que siempre sobra tirara una moneda a la cabeza de Abidal. Y lástima que un grupo de esos espectadores que aún no entienden que el contrario es tan sólo el que juega con el local silben aún al maestro Andrés Iniesta. No es bueno que en aficiones como esta anide tanto tiempo el odio por un viejo incidente. Pero los aplausos a Xavi lavaron la falta. Dicho sea en honor de San Mamés, esa ovación a Xavi honra a esa grada.

La barba de Messi. El argentino fue con barba a San Mamés. Un respeto. El que merece Messi y el que merece el estadio. El argentino usó el diapasón con su maestría acostumbrada, que se basa en la constancia de que el contrario ya le conoce mucho. Entonces hace uso de la picardía. Ahí es otra vez el muchacho del potrero. Apasionado con el oficio, jamás se olvida que esto es un juego. Y se divierte hasta cuando se enfada. Anoche se le subieron a las barbas. Nunca se rindió. Nadie se rindió anoche. Ni Villa, que estuvo tan desacertado que hasta él mismo se extrañó de tanto fracaso.

El secreto de Caparrós. El entrenador andaluz sabe jugarle al Barça, lo ha demostrado. Su moneda es táctica; uno a uno, los barcelonistas son casi todos mejores; el Athletic no tiene a Busquets, que es un fenómeno, pero sabe cómo interrumpir ese torrente de juego que sale de sus botas. No tiene a Pedro tampoco, pero sabe cómo secarlo. Y no tiene a Villa, pero lo deslumbra con los faros de Iraizoz, que es un portero bien puesto. Esa capacidad de control es la pesadilla de Guardiola. Y el artífice es Caparrós, un zorro adecuado para poner nervioso a Pep. Cuando marcó Llorente, a Pep se le puso la garganta seca. Era la mano de Caparrós, que dibujó un partido sabio.

Fidelidad al estilo. Ninguno de los dos se dejó llevar por la fiereza del instante; mantuvieron siempre, los dos, el estilo que marca su tradición. Cuando el Athletic empató se pusieron en juego los nervios. Y ganaron los estilos. Venció el fútbol. El resultado propone un ganador, pero el sabor que deja el partido es más importante que el 1-1. Lo recordaremos como los noventa minutos de un fútbol extraordinario que Abidal deja en la historia como el encuentro en el que al fin marca un gol, el segundo de su vida.



Aquí dejo el enlace con la crónica: http://www.as.com/futbol/articulo/futbol-nacio-ser/20110106dasdaiftb_41/Tes

1 comentarios:

Sheena Rogers dijo...

Coincido completamente contigo. ¿Cómo no quitarse el sombrero ante estas palabras? Si tuviera que definir el artículo con una sola, diría que es 'correcto'. Puede parecer poco, pero es elegante, moderado y en definitiva, bueno. Un escrito de calidad por un periodista de calidad. De calidad, entre otras cosas, por el hecho de que el periódico sea del Madrid, que le da un punto a su favor. La tónica general hubiera sido lanzarse a despotricar sin sentido contra el Barça y a declarar que debió ganar el Athletic. Pero él ha ido más allá y habla de fútbol con toda su crudeza, no de equipos, sino de jugadores. De esas veces en que un equipo pierde y te das cuenta por su juego de que mereció ganar, o viceversa. Las cosas hay que reconocerlas como son, pero a veces nos pierde el corazón. Yo soy del Madrid, ya lo sabes tú, pero seguiré sosteniendo hasta que la cosa cambie que el Barça tiene grandísimos jugadores, un enorme equipo y da gusto verlos jugar. Con envidia, de la sana. Pero lástima que nadie me entienda y me tachen de traidora al madridismo. Qué se le va a hacer. Fanáticos los hay de todas clases, en todos lados, que no ven más allá de su nariz. Olé al artículo y al periodista ;)

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